Sus nidos camuflados son imposibles de ver, por eso la
atrajeron con un puré de frutas y cerveza, y vigilaron su vuelo para que los
llevara a su guarida. Las congelaron y por fin se dio por erradicada. Dos años
después, Baleares ha vuelto a detectar un ejemplar en la localidad mallorquina
de Marratxí
Los investigadores de la Universidad de las Islas Baleares
(UIB) están estudiando ahora la genética de la avispa asiática, una especie
invasora capaz de devorar 50 abejas de la miel al día, matar personas, frenar
la polinización y, por tanto, poner en jaque al ecosistema. A través de esas
complejas ‘pruebas de paternidad’, se descubrirá de dónde vienen y se logrará
cortar su vuelo allá donde se dirigen.
La avispa asiática estaba erradicada en Baleares gracias a
un proyecto pionero: mediante trampas con jarabe de frutas y un ingenioso plan
de seguimiento y eliminación de sus ‘casas’. «No nius (nidos, en catalán), good
news (buenas noticias, en inglés)», se celebró en 2020, tras dos años
desaparecida.
Pero las malas noticias han regresado con la aparición de un
nuevo y pequeño nidal, con la avispa reina y una veintena de ejemplares dentro,
localizado hace un par de meses dentro de un muro cercano a un conocido
hipermercado de la localidad mallorquina de Marratxí. ¿Ha entrado de nuevo en
la isla o es uno antiguo que se pasó por alto? «No lo sabemos todavía, pero la
hipótesis es que se erradicó y ha vuelto a entrar, probablemente dentro de la
mercancía llegada al centro comercial», explica preocupada Mar Leza, doctora en
Biología de la UIB, que se ha propuesto desvelar esta incógnita estudiando el
ADN de esta peculiar avispa, peligrosa para el ecosistema autóctono.
En todo el mundo
La avispa asiática es una especie en expansión en todo el
mundo, como consecuencia del comercio y el transporte de mercancías. Llegó a
Francia en 2004 dentro de una tacita de café procedente de China. Tras muchos
estudios, la comunidad científica sólo tiene hipótesis sobre sus vías de
entrada en Europa. «Por eso es muy importante determinar cómo y por dónde ha
llegado. Si lo supiéramos, se podrían establecer las medidas necesarias para
impedir o dificultar en gran medida que se expanda y pueda volver a instalarse
en la isla», explica Leza, que sostiene la tesis de que el nido de Marratxí es
diferente al que llegó a Mallorca en octubre de 2015.
La avispa asiática estaba erradicada en Baleares gracias a
un proyecto pionero, pero ha reaparecido un pequeño nidal, con la avispa reina
y una veintena de ejemplares dentro
Desde que se detectó el primer ejemplar de avispa asiática
en Mallorca, en lo alto de un pino del valle de Sóller, esta especie ha
sembrado el terror entre los apicultores. En 2016, se detectaron nueve nidos
más en los municipios de Sóller, Deyá, Fornaluch y Buñola. Y al año siguiente,
veintiún nidos en esas localidades y otros también en Valldemossa, Esporlas,
Santa María del Camí, Lloseta y Escorca. «Una progresión exponencial», rememora
Leza, que inmediatamente se puso manos a la obra para combatir a la intrusa.
Junto con la Consejería de Medio Ambiente y el Consorcio de
Recuperación de la Fauna de las Islas Baleares (COFIB), Leza y su equipo
crearon un grupo de trabajo y dieron prioridad a la búsqueda activa de los
nidos. Durante los meses de primavera, se pusieron trampas en las zonas
‘calientes’, como Sóller, Valldemossa y Deyá, para capturar a las reinas. Se
colgaron de los árboles trampas sencillas y eficaces: unas botellas de plástico
cortadas por la mitad y con el cuello metido del revés, con dulce y un
atrayente puré de frutas y cerveza en su interior.
La avispa asiática crea sus nidos con maderas de árboles de
la zona, que va juntando con su saliva, y su color parduzco se camufla
perfectamente entre el follaje. Arriba, un nido destruido de 7,5 kilos de peso.
A la izquierda, la bióloga Mar Leza junto a otro nido
LA AVISPA ASIÁTICA CREA SUS NIDOS CON MADERAS DE ÁRBOLES DE
LA ZONA, QUE VA JUNTANDO CON SU SALIVA, Y SU COLOR PARDUZCO SE CAMUFLA
PERFECTAMENTE ENTRE EL FOLLAJE. ARRIBA, UN NIDO DESTRUIDO DE 7,5 KILOS DE PESO.
A LA IZQUIERDA, LA BIÓLOGA MAR LEZA JUNTO A OTRO NIDOUIB
Surtió efecto. La avispa asiática picaba el ‘anzuelo’, los
técnicos retiraban el reclamo y se ponía un cebo con migas de pescado, «no para
que se lo comiera, sino para que lo llevara a su nido y seguir el rumbo cuando
entrega el alimento a sus crías», recuerda Leza.
En Baleares, todavía hay esperanza. Dos años es el plazo
máximo para erradicar una especie exótica del ecosistema desde que se detecta.
Pero para eso hay que cazarla. No es nada fácil, dado que la avispa asiática
crea sus ‘casas’ con madera de árboles de la zona, que va juntando con su
saliva, y su color parduzco se camufla perfectamente entre el follaje. De modo
que hay que cogerlas literalmente al vuelo. No hay otra forma. Prismáticos,
paciencia y esperar al atardecer o el amanecer. Ese es el momento perfecto.
«Una vez localizado el nido, se calcula el tamaño y se
confecciona una bolsa a medida para meterlo dentro», detallan desde el
Consorcio, que llegó a retirar 32 nidos y capturar 89 ejemplares en los tres
años, 2015, 2016 y 2017, que reapareció. Durante 2018 y 2019, no hubo ni una.
Baleares se convirtió en el primer territorio europeo que, en apariencia,
erradicó a la avispa asiática. «Una noticia excepcional para la biodiversidad
del archipiélago», celebró entonces el consejero balear de Medio Ambiente y Territorio,
Miquel Mir.
A diferencia de otras regiones de España, Baleares ha hecho
varias cosas muy bien. La primera, el seguimiento de los nidos y su retirada.
Siempre de noche, cuando todas las avispas se encuentran en su interior.
«Usamos una luz roja para no molestarlas, se descuelga el nido y se mete en un
saco». Luego se congelan dos días y posteriormente se analizan. «Nunca se
tiran». Eso ha marcado la diferencia en la lucha balear contra la ‘velutina’.
«En otros lugares de España, sólo se quitaron si estaban cerca de un colegio o
un centro de salud», recuerda Leza, con cierto asombro.
Con el ADN de estas avispas capturadas en Mallorca y otras
enviadas desde Galicia, el País Vasco y Cataluña, pronto sabremos si llegaron
en barco y cuál era su procedencia. «Con la información genética que obtengamos
de cada ejemplar, podremos determinar las relaciones genéticas entre todos y
establecer cuál fue el foco desde el que se propagó por la Península y
Mallorca. Sabremos si la avispa encontrada hace dos meses en Marratxí es o no
parte de una nueva introducción de avispa asiática en Mallorca», augura Leza,
al frente de este proyecto del Departamento de Biología de la UIB y apoyado por
la Fundación Biodiversidad y del Ministerio para la Transición Ecológica y el
Reto Demográfico.
La ‘vespa velutina’ puede devorar entre 25 y 50 abejas
comunes al día; potencialmente, puede cazar 12 millones de abejas, unas 3.000
colmenas
El trabajo consiste en hacer una extracción y secuenciación
del mapa genético de la ‘vespa velutina’ a través de pruebas muy complejas,
«similares a las que se hacen para la paternidad de un hijo», prosigue Leza.
Conocer la diversidad genética de la avispa asiática es esencial para
comprender sus vías de entrada a la Isla y analizar cómo fue el proceso de
dispersión y el comportamiento de sus poblaciones en todo el territorio.
«Cada trampa es un tesoro», confiesa la bióloga. Y cada nido
ha dado información valiosísima. Se sabe que la avispa asiática va poniendo
huevos dentro desde el centro hasta la capa exterior. O que a partir del 15 de
septiembre aparecen los machos, lo que implica que hay que eliminar los nidos
antes de esa fecha. Pero hoy ya no queda ningún cepo, ya que se retiraron al
creerla erradicada.
Ecosistemas en peligro
La ‘vespa velutina’ puede devorar entre 25 y 50 abejas
comunes al día; potencialmente, puede cazar 12 millones de abejas, unas 3.000
colmenas. «Sin abejas no se polinizan el 80 por ciento de las especies
vegetales y silvestres que llegan a nuestras mesas. Y si no se poliniza, se
pone en peligro nuestro ecosistema», resume Leza, acerca del peligro que
implica esta especie invasora. La intrusa también supone una amenaza para una
veintena de abejas y avispas endémicas, propias de Baleares, que se encuentran
en peligro de extinción al convertirse en un alimento fácil para ella. «Su
voracidad y gran tamaño infunden temor en las colmenas. Se posa en la parte
delantera y espera a la abeja para cazarla al vuelo; la mata de un golpe de
mandíbula y se queda con su tórax, con la proteína que alimentará a sus
larvas».
La avispa asiática también ha sembrado el terror por sus
picaduras, capaces de provocar la muerte por un shock anafiláctico. Su última
víctima fue una mujer de Asturias. Cualquiera puede ayudar a cazarlas. Por
ejemplo, con una ‘app’ gratuita, Vespapp, que ha recibido más de 1.200 avisos
desde que se activó. Si cree haberla visto, haga una fotografía, especifique el
lugar y el día, y mándela a la aplicación para ayudar a los expertos.
abc