Cada día resultan más desconocidas las utilizaciones de la cera de abeja. Por eso estamos satisfechos al descubrir, que en una actividad tan popular como es la elaboración de figuras de cera, se sigue utilizando este producto de la colmena.
El museo de cera de Madame Tussaud en Londres, está en la misma calle que la del famoso inspector Sherlock Holmes, la famosa Baker Street. Hasta 3 millones de personas lo visitan cada año, siendo considerada una visita indispensable en la capital británica. Famosos, estrellas del celuloide y la familia real británica son las figuras de ceras más solicitadas.
Según la autora Bee Wilson en su libro “The hive”, Madame Tussaud, nacida con el nombre de Marie Grosholtz (1761-1850), utilizó la cera de abeja para inmortalizar a ciertos personajes. Tuvo una gran habilidad para trabajar la cera de abeja haciendo máscaras de varias víctimas de la guillotina durante la Revolución francesa, entre ellas el Rey Luis XVI y Maria Antonieta. Llegó a Londres en 1803. Tiene una figura de cera en la que está ella misma representada.
La página web del museo nos informa, que cada año se fabrican entre 40 y 50 figuras nuevas de cera, según lo que demande el momento. Con estas nuevas figuras, se actualizan los diferentes museos que Madame Tussauds tiene por el mundo. Las figuras nunca acaban su vida fundiéndose, se guardan en un almacén.
No deja de sorprendernos, que todavía a día de hoy, no se haya encontrado un mejor material que la cera de abeja mezclada con cera de Japón (es un tipo de grasa).
La mezcla anterior se sigue considerando el mejor material para imitar la textura y aspecto de la cabeza y manos humanas, aunque tiene el inconveniente de que el aspecto final es algo pálido, como sin sangre. La razón principal es que la cera de abeja permite que la luz se refleje de forma parecida a la de la piel humana, y utilizando pinturas al óleo en varias capas se consigue el color y textura perfectos.
En el laborioso proceso de fabricación de una nueva figura, se debe tener en cuenta la contracción de la cera al enfriarse.
Salvador Dalí también estaba de acuerdo con Madame Tussaud, conocía muy bien las propiedades y usos de la cera de abeja y afirmaba que ” la cera es la materia que mejor se presta a la imitación de formas y figuras vivientes, la que consigue imitarlas del modo más angustioso”.
Ya tenemos otro “oficio” para que las abejas nos sigan demostrando la utilidad de sus tesoros.
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