Florian Hirsch es alemán, tiene 20 años y vive con el síndrome de
Asperger, y está en su última fase de formación para poder ejercer la
profesión de apicultor. Su afición comenzó después de visitar un
asentamiento apícola con sus compañeros de clase.
Al ser preguntado por las abejas, afirma que “su comportamiento
social es sorprendente. Tienen diferentes puestos de trabajo que se
pueden intercambiar a veces, haciendo de limpiadoras, de nodrizas de las
larvas o de recolectoras del néctar y polen”
No tiene miedo a las picaduras de las abejas, ya que sabe que su
cuerpo reacciona bien ante los picotazos. Ante preguntas que le pueden
caer en el examen, como cuánto pesan 10 000 abejas, responde con
precisión: cerca de 1 kilogramo.
Su tutor en la escuela de apicultura está convencido que aprobará sus
exámenes. Afirma que Florian sabe exactamente lo que tiene que hacer, y
las tareas que le quedan. Aunque a veces tiene dificultades al
establecer prioridades en el trabajo con las abejas, por ejemplo en
tareas como completar los libros de registro del colmenar.
Un técnico de rehabilitación y un pedagogo le acompañan un día a la
semana en la escuela de apicultura. El objetivo es que Florian pueda
conseguir su independencia en el trabajo.
Un día en la formación, que comparte con otros 7 compañeros, incluye
en buen tiempo una visita a primera hora de la mañana a las colmenas.
En las 500 colmenas deben averiguar si hay algún problema con la varroa,
si existe presencia o no de alguna otra enfermedad, si está entrando
néctar en la colmena…
La residencia universitaria donde convive con los otros aprendices de
apicultor y el pequeño entorno social con el que convive, le ayudan.
Una característica típica del síndrome de Asperger es su repulsión
hacia tareas o trabajos monótonos, como pudieran ser los trabajos de
limpieza del interior de las colmenas o de cientos de cuadros de cera.
“La planificación es mi mayor problema. A veces tengo la
intención de escribir informes, pero acabo arreglando mi moto. Me gusta
practicar el ciclismo, es muy divertido. Jugar al badminton y correr
también me gustan. Sólo los deportes de equipo no me gustan tanto”.
Otro punto a mejorar en los autistas es la comunicación. Los
autistas de Asperger suelen tener una falta de capacidad de
reconocer intuitivamente las señales no verbales de otra persona. Muchos
no saben leer las expresiones faciales ni los gestos, y tampoco
entender ni el humor ni la ironía. Pueden interrumpir las conversaciones
de otras personas con comentarios que no tienen nada que ver con el
tema tratado.
Florian sí interacciona con sus compañeros de formación y tiene la
firma intención de continuar con el aprendizaje hasta el final. Sabe que
tendrá que completar los libros de registro de las colmenas para
aprobar el examen. Al acabar su formación le gustaría continuar
trabajando un año más en el Instituto de las abejas en Celle (Alemania).
Fuente: mieladictos.com
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