Nuestra organización lleva más de 25 años ligada a la conservación
del oso pardo, y en todo este tiempo hemos podido comprobar cómo la
supervivencia de la fauna salvaje está más ligada a las actividades
tradicionales del medio rural de lo que en un principio pudiera
pensarse. Con la llegada de la varroa en los años 80, este ácaro se ha
convertido en un verdadero azote para la abeja melífera, haciendo que
la especie solo sobreviva gracias a los tratamientos específicos que se
realizan en los colmenares. Por otro lado, la implantación en el año
2001 una normativa comunitaria que no considera la singularidad de
"nuestra otra ganadería de montaña", ha hecho que miles de cadáveres
sean incinerados, en vez de ser consumidos por la fauna salvaje como
carroña, acrecentándose, en poco tiempo, el estrés alimentario en la
Cordillera.
Nuestro primer contacto con el mundo de la apicultura, surge precisamente con el cierre de colmenares para prevenir los daños, tratando de evitar los posibles casos de furtivismo que puedan producirse como represalia.
Con la siguiente campaña “frutos para el oso”, intentamos
solucionar la falta de alimento relacionado con las abejas, instalando
nuestros propios colmenares; por un lado surtíamos al areal osero de
nuevos enjambres que favoreciesen la polinización, y con ello la
producción de frutos; y por otra, algunas de nuestras colmenas eran
consumidas puntualmente por el oso, en los momentos en los que
escaseaba la comida.
Por desgracia, los ataques fueron algo más frecuentes de lo que a
nosotros nos habría gustado, así que todavía hoy seguimos buscando la
colmena perfecta “a prueba de osos”; que sea comestible, pero
resistente, para que el corazón de la colmena quede a salvo de los
zarpazos.
Y llegados a este punto, acabamos por donde empezamos. En estos
momentos, a la desaparición de la abeja silvestre, se le suma el
abandono de actividad apícola en muchos núcleos rurales asentados en
lugares estratégicos de la Cordillera, donde todavía sobreviven osos y
urogallos. Por eso nuestra siguiente campaña ha consistido en el
suministro e instalación de más de 500 colmenas en territorios oseros de
Asturias, León y Palencia, incentivando así el desarrollo rural, y el manejo de la apicultura de montaña.
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