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Martes 05 de Febrero de 2013 - 06:43 PM
Los secretos detrás de los habitantes de la colmena
¿Se puede sobrevivir gracias al trabajo que desempeñan las abejas
africanas en el medioambiente? Pobladores de Cachirí aseguran conocer
los secretos que esconde la principal polinizadora que existe en el
mundo, expertos en apicultura entregan sus enseñanzas a los que empiezan
en este negocio y un profesional en apiterapia asegura que la picadura
de ‘la africana’ cura dolencias.
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Dicen los pobladores del corregimiento Cachirí, ubicado a hora y
media del municipio de Suratá, que las abejas africanas se parecen a las
mujeres santandereanas, que son bellas, delicadas, con poder para
mandar y sobretodo, “jodidas” cuando se meten con lo que es de ellas.
“Su picadura es lo de menos. Cuando se ‘arrechan’ no trabajan, no
dejan que las demás trabajen, menos dejan que uno se les acerque y les
saquen la miel de su colmena”, dice Cornelio Maldonado García.
Este hombre de 60 años cuenta historias y secretos sobre colmenas,
sentado en un rincón del salón comunal de este corregimiento, mientras
un grupo de 50 habitantes asiste a una capacitación con la Corporación
Autónoma Regional para la Defensa de la Meseta de Bucaramanga, Cdmb,
sobre apicultura y apiterapia –procedimiento natural para aliviar
dolores con la picadura de abejas africanas–.
En el lugar, algunos aprovechan para vender frascos de miel, como
Elkin Jair Blanco, un joven que ya cuenta con clientes en otros
municipios de la zona.
“La picadura de abejas sirve para aliviar la tendinitis, la
artritis, la bursitis y problemas de columna”, expresa Héctor Julio
Flórez, terapeuta.
Mientras los pobladores hacen fila para someterse a la picadura de
la abeja y comprobar si son alérgicos o no al veneno que esta inyecta,
llamado apitoxina, Cornelio sigue con sus relatos.
“Lo abeja reina se distingue del resto, porque tiene el abdomen
inflamado, como cuando la mujer está embarazada. No puede estar con una
igual en la colmena, porque empieza la pelea a muerte. Y son tan
orgullosas que no se dejan matar. La que está más mal herida acelera su
fallecimiento”, explica este campesino.
La conversación cambia de rumbo, cuando los expertos en apicultura
de la Cdmb cuentan que el 50% de las colmenas existentes en la región,
las ubicadas en bosques de robles, en rocas y algunos pastizales,
perecieron en la ola invernal pasada y que el trabajo para que las
abejas no desaparezcan es bastante arduo. “Si estos insectos se esfuman,
se podría cumplir lo que un día pronosticó Albert Einstein: ‘Si las
abejas desaparecieran del planeta, al hombre sólo le quedarían 4 años de
vida’, dijo Mariano Gómez, ingeniero de la Cdmb, encargado de la
actividad.
Pero, ¿se puede sobrevivir gracias al trabajo de estos pequeños
seres? La comunidad de la colmena, como le dicen a Cachirí, sigue
apostándole a esto. “Mujer que está quieta, se le respeta y se le
protege nunca se va de la casa. Y lo mismo ocurre con la abeja, si usted
no la provoca ella da lo mejor para ofrecerle equilibrio al planeta”,
asegura Cornelio Maldonado.
“Trabajo la apiterapia”
Ningún habitante de Cachirí se resistió a ser picado por la abeja
africana durante la prueba que hizo el terapeuta Héctor Julio Flórez,
para conocer si eran alérgicos al veneno del insecto. Antes de la
prueba, el terapeuta explicó que las mujeres embarazadas, las personas
que tienen marcapasos y que padecen epilepsia no pueden practicársela.
Héctor, quien atiende a pacientes que padecen todo tipo de
dolencias, asegura que es pensionado y que llegó a esta actividad hace
dos años, gracias a la curiosidad que siempre le ha despertado la
medicina alternativa.
“No soy médico, pero algunos de mis pacientes, que se tratan
enfermedades como la artritis, artrosis, fibromialgia, incluso el
cáncer, con medicina tradicional, han sentido alivio con la terapia”,
explica Héctor.
Una picadura es suficiente para sentir el poder de este insecto.
Para adelantar el procedimiento no se necesita ser encerrado en una
cámara para luego ser atacado por una colmena de abejas, como ha sido
mostrado en algunos países asiáticos. El terapeuta sienta a la persona y
le pasa un trozo de hielo sobre la parte del cuerpo que será inyectada.
Luego, con unas pinzas, toma a la abeja y la para sobre la piel hasta
que ‘la africana’ entierra su aguijón.
Es en ese momento los rostros cambian. El color rosado de las
mejillas, por segundos, se destiñe. La frente se moja, los brazos se
tensionan y una que otra lágrima se echa a rodar por el rostro.
Cuando la apitoxina entra al cuerpo el dolor es intenso, baja por la
espalda hasta llegar a las piernas. Algunos sienten que se desvanecen,
pero al instante se revitalizan. Es un efecto que no es fácil de
explicar.
“El veneno de las abejas es analgésico, antiflamatorio, corrector
del sistema inmunológico y normalizador de la tensión arterial. La
terapia debe ser controlada, ya que si se deja el insecto sobre la piel,
este puede inyectar apitoxina durante 10 minutos”, explica Héctor
Flórez.
Ninguno de los allí presentes resultó alérgico a la picadura de
abeja. Incluso, algunos aprovecharon y se sometieron a varias picaduras
para aliviar el dolor. “Lo que he podido ver en las personas que atiendo
es que después de la cuarta terapia se empiezan a ver los resultados”,
añade el terapeuta.
“Quiero ser apicultor”
Elkin Jair Blanco es uno de los miembros de las 15 familias que
buscan ser apicultores. Inició buscando una colmena en un árbol y con
sumo cuidado la trajo a una finca cercana para armar su apiario o
colmenar (conjunto de colmenas), conformado por cajas de madera y mallas
de cera puestas por el hombre para que las abejas adelanten su labor.
Mientras revisa los apiarios vestido de overol, capucha, guantes y
botas de plástico, este joven asegura que durante las dos temporadas de
recolección de miel, es decir, entre diciembre y enero y julio y
septiembre, se logran acopiar 60 kilos de miel en colmenas conformadas
hasta por tres apiarios. Luego, se vende en botellas de vidrio a $9.000 o
$10.000 o por libras a $6.000.
“Todos estos años me he dedicado a la capricultura, pero con la
declaratoria del Parque Regional Natural Santurbán, debo buscar otras
alternativas, pues mis animales pastoreaban en terrenos del páramo”,
comentó Elkin Jair.
Cornelio Maldonado García, además de contar historias, también busca
ampliar sus apiarios. La idea es construir colmenares de hasta siete
niveles y ubicar hasta cinco abejas reinas en una misma colmena.
Un viejo libro llamado ‘La Colmena Rascacielos’, que lleva a todos
lados, tiene la fórmula para lograr su cometido. “Logré crear una
colmena con dos reinas. Por un tiempo me funcionó, pero se encontraron
las abejas y hasta ahí llegó el cuento”, asegura este campesino de
Suratá.
Mientras tanto, Cornelio se dedica a la elaboración de productos a
base de la cera de abeja y desarrolla cremas naturales para cicatrizar
quemaduras. “Lo importante en esta actividad es contar con un buen
equipo de trabajo y ser cuidadoso, no hacer lo que hice una vez, que
cargué un colmenar en mi espalda y cuando quise bajarlo sobre una roca,
este se enredó en la cerca y las abejas me atacaron. Me picaron hasta
dentro de la nariz”, concluyó el campesino en medio de risas.
¿Sabía usted que…
El 35% de la producción agraria del mundo -es decir, uno de cada tres alimentos que consume el hombre- depende de las abejas?
En Taiwán y China los campesinos deben polinizar sus cultivos de forma manual por la falta de abejas africanas?
Hipócrates, padre de la medicina, utilizaba el veneno de las abejas
para tratar el reumatismo y que el emperador Carlomagno lo utilizaba
para contrarrestar la gota?
DATOS
* 100 mil flores en un día puede visitar una colmena de abejas. La
estática de sus pelos atrae el polen y lo adhiere fácilmente a sus
cuerpos.
* 40 Minutos dura con vida una abeja africana después de que ha enterrado su aguijón.
Lo que ocurre en Europa
El síndrome del colapso de las abejas, así se llama el fenómeno en
el que desaparecen las abejas en Europa. Se dice que las abejas se van
en las mañanas y no regresan. En Francia, cientos de apicultores culpan a
los insecticidas utilizados en la agricultura por la desaparición y
muerte de estos insectos, pues, al parecer, los venenos debilitan el
sistema inmune y alteran su sistema nervioso y de navegación.
¿Cómo avanza el proyecto productivo?
Según el ingeniero Mariano Gómez, técnico administrativo de la Cdmb,
adscrito al grupo de cadenas de valor, el proyecto de apicultura se
desarrolla desde hace dos años en Cachirí. Actualmente, se cuenta con 50
colmenares o apiarios, ubicados entre 200 y 500 hectáreas, de las 3 mil
que existen en esta zona, que bordean la zona del páramo de Santurbán
declarada Parque Natural Regional.
“Solo se instala la colmena y ella sola sale adelante. El hombre
solo tiene que revisarla cada mes, aproximadamente, y el resto del
tiempo puede dedicarse a otras actividades. Las personas puede sacar
jalea real, propóleo, cera y polen, y generar un empleo directo, con
ganancias superiores a un salario mínimo”, explica el ingeniero Gómez.
El poder de las abejas
Un estudio probado en ratas, diseñado para determinar si los
tratamientos con apitoxina o veneno de abejas reducen la esclereosis
múltiple, fue aplicado por científicos del Centro Médico de la
Universidad Georgetown de Washington, con resultados prometedores. Sin
embargo, las investigaciones continúan para determinar el nivel de
eficacia de la toxina en dolores musculares, artritis y osteoartritis.
Publicada por
TEXTO: XIOMARA MONTAÑEZ MONSALVE / VIDEO: JAZMÍN RODRÍGUEZ
Este contenido ha sido publicado originalmente en Vanguardia.com en la siguiente dirección: http://www.vanguardia.com/santander/region/video-194731-los-secretos-detras-de-los-habitantes-de-la-colmena.
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