13 de febrer 2020

LAS ABEJAS USAN LA MEDICINA DE LOS HONGOS PARA PREVENIR SU EXTINCIÓN


El ser humano está pensando constantemente en el futuro y en lo que éste le deparará, pero garantizar ese futuro, implica hacer cambios en el presente.
Para lograr esos cambios, algunas veces es importante dar una mirada al pasado, volver al origen, a la naturaleza y retomar su inherente sabiduría y resiliencia. Esto permitirá encontrar soluciones a muchos de los problemas actuales que nos están llevando hacia una catástrofe mundial.
Un claro ejemplo de esto está en las abejas, que presentan comportamientos fascinantes y que incluso podrían haber encontrado una manera natural para evitar su propia extinción.

LAS ABEJAS ENCONTRARON EN LOS HONGOS, LA CURA PARA EVITAR SU EXTINCIÓN

PERO ¿POR QUÉ SE ESTÁN EXTINGUIENDO?

Los expertos han definido la situación de las colonias de abejas como colapso, porque están muriendo de forma masiva y eso genera un caos en sus complejas comunidades.
El investigador mexicano Ernesto Guzmán-Novoa, revela las siguientes razones:
El uso masivo de pesticidas tóxicos (como por ejemplo los de Monsanto), es la causa principal del colapso de las colonias de abejas, pero no es la única causa, la contaminación ambiental les dificulta localizar las flores y el cambio climático está modificando los ciclos naturales.
Sin embargo, la prioridad ahora es encontrar la cura para los virus que invaden a las abejas, mientras se pone en marcha el uso de pesticidas alternativos.

¿POR QUÉ UN EXTRACTO DE HONGOS CURA A LAS ABEJAS?

Un estudio publicado en la revista Nature, realizado en dos grupos de abejas, evidenció los siguientes hallazgos:
El primer grupo fue alimentado con jarabe de azúcar mezclado con un extracto del micelio fúngico (una serie de filamentos presentes en los cuerpos del hongo). Este grupo desarrolló defensas contra dos virus comunes que están causando el colapso.
El segundo grupo, fue alimentado sólo con el jarabe de azúcar y resultó mucho más propenso a contraer ambos virus.

ORIGEN DEL ESTUDIO

En 1984, el micólogo, escritor y activista Paul Stamets notó que las abejas en su patio se alimentaban de los hongos que usaba para sus investigaciones, y creyó que lo hacían por los azúcares naturales presentes en los hongos.
Pero, con conocimiento de las propiedades “mágicas” del micelio fúngico (que, entre otras cosas, es un gran antiviral), Stamets se cuestionó si las abejas no estarían, más bien, medicándose con los hongos.
Stamets comenzó a colaborar con Walter Sheppard, jefe del Departamento de Entomología de la Universidad Estatal de Washington.
Ambos analizaron los efectos del micelio, experimentando durante 12 años, hasta concluir y llegar a la investigación citada, publicada en la revista Nature.

LO MÁS CURIOSO ES QUE EL ESTUDIO SE REALIZÓ PORQUE LAS PROPIAS ABEJAS CONDUJERON A ÉL.

Las abejas condujeron al descubrimiento del primer antiviral para insectos. Con un poco de nuestra ayuda, esto podría evitar su extinción. Stamets y su equipo seguirán probando esta insospechada cura en las colonias de abejas, esperando encontrar la solución al colapso de las mismas.
Pero mientras eso sucede, este caso ya puede, y debe, servir como una pista para la humanidad, que nos lleva a ver cómo la naturaleza es capaz de sobrellevar incluso el daño que le estamos causando.
Sobre todo, debemos concentrarnos en lo que podemos aprender de esto para ayudarle a la naturaleza a resarcir nuestros errores.
Porque aún estamos a tiempo, no sólo de salvar a las abejas, sino la casa que compartimos con ellas. Y parece que el precioso y virtuoso reino del fungi será un gran aliado en esto.

ÁCAROS Y VIRUS

Durante la última década, los apicultores han visto una disminución desastrosa en la salud de las colonias de abejas melíferas, a menudo con un promedio de más del 30 por ciento de pérdida anual. La Varroa, y los virus que proliferan, juegan un papel importante en esas pérdidas.
El virus del lago Sinaí también está asociado con los ácaros de varroa y está muy extendido en las colonias de abejas de todo el mundo. Si bien el virus no tiene síntomas obvios o evidentes, es un virus importante para combatir porque se encontró en niveles más altos en las abejas de las colonias colapsadas. Está estrechamente relacionado con el virus de la parálisis crónica de las abejas y probablemente las enferma y debilita, según el profesor asistente de investigación de la WSU, Brandon Hopkins.