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El aleteo de una abeja soviética puede causar la destrucción de uno
de los principales sectores agrícolas de Estados Unidos. La nación
norteamericana produce la mitad de las almendras que se consumen en el
mundo, pero desde 2009 su producción se ha desplomado, como en el resto
del planeta. Sin las abejas, encargadas de la polinización del cultivo,
el almendro no florece; y en la última década, por la sinergia de varios
factores catastróficos, tanto climáticos como sanitarios, se está
produciendo una mutilación progresiva de la especie. Como en el
principio de la novela de Pynchon, ha ocurrido otras veces pero ahora no
hay nada con qué compararlo.
La ONU está preocupada. Teniendo en
cuenta que un 75% de los cultivos del mundo dependen de la polinización
de las abejas y otros insectos, no es de extrañar que el organismo
encargado de la supervisión de la biodiversidad del planeta, el IPCC, fundado en 2012, instase hace pocas semanas a los expertos a documentar las causas científicas que las están matando.
Los índices de mortandad de hasta el 15% se consideran normales, pero
la media actual es del 30 por ciento llegando en las poblaciones más
críticas al 80%.
Viene de lejos, pero la noticia no salió del armario hasta que el lobby de
la industria de las almendras en Estados Unidos empezó a airear el
asunto. Estaban perdiendo millones de dólares y necesitaban a las
abejas. Por eso ahora se paga el alquiler de una colmena a 150 dólares
para la época de polinización, el doble de su valor. En España, el
precio ronda los 80 euros de media.
Además de factores locales, como las especies invasoras, existen al
menos tres causas globales objetivas que explican el fenómeno: la varroa, un
parástio que se extendió esde Asia en la segunda mitad del siglo XX;
el cambio climático, con máxima incidencia en 2004; y los neonicotinoides, una familia de insecticidas comercializados de forma masiva por las multinacionales.
Primera causa: un parásito de nombre 'varroa'
En
los 50, la Unión Soviética desarrolló un plan de expansión de su
agricultura. Entre otras medidas, los comunistas apostaron decididamente
por la apicultura. Tomaron una raza de abeja europea y la llevaron a
Asia para explotar la producción de miel en sus zonas de influencia.
Hasta 1964 no comprendieron que mediante ese sencillo movimiento habían
iniciado un efecto dominó.
Las abejas asiáticas estaban infectadas por la varroa.
Ellas eran inmunes, pero la raza europea no podía defenderse y fueron
pasto del parásito. "Cuando se dieron cuenta de la que habían armado ya
habían iniciado un comercio importante de reinas. Los rusos habían
introducido las abejas infectadas en los países de su órbita,
como Bulgaria a Rumanía", relata a Teknautas el biólogo Antonio Gómez Pajuelo, miembro de la asociación de fomento de congresos apícolas (AFCA).
Precisamente en Rumanía comenzó a explotarse una especie de abeja que
inmediatamente obtuvo un gran éxito comercial. Comenzaron a exportarse
de forma masiva. En 1975, se detectó en África una población de abejas
con varroa. En los 80 el parásito entró en Francia y
Alemania; en España, lo hizo hacia el año 1985. Pronto cruzó el
Atlántico hasta Latinoamérica.
"Es un parásito que chupa la sangre de las abejas.
Debilita su organismo y daña su sistema inmunitario; pueden desarrollar
cualquier enfermedad colateral. La varroa es el mayor problema de la agricultura en todo el mundo", agrega el experto.
Segunda causa: el cambio climático
Su
vínculo es tangenical, pero influyente. Tiene que ver con su incidencia
sobre las lluvias y, en consecuencia, sobre los procesos de floración
de que dependen las abejas para sobrevivir. La esperanza de vida de una
abeja es de cuarenta días. Les da tiempo a volar una media de 800
kilómetros y para que puedan hacerlo la temperatura idónea debe rondar
los catorce grados centígrados. Por eso en invierno no deberían volar,
aunque lo hacen porque en otoño no han podido acumular suficientes
reservas.
En general, existen colmenas con poblaciones desde
25.000 a 45.000 abejas. El número oscila a lo largo del año: crece en
primavera y otoño y disminuye en verano e invierno, en función de
factores como el clima, la calidad de la reina o los nutrientes a su
disposición en el entorno. En ese sentido, su alimentación depende
directamente de la floración, proceso que está siendo modificado de
forma radical.
La renovación de las abejas es como la piel, las células nuevas
sustituyen a las muertas. Las abejas que nacen en otoño en invierno no
vuelan porque necesitan que caliente el sol. Una colmena sobrevive bien
al invierno cuando ha habido una buena floración en otoño y obtienen el
néctar suficiente. Si una colmena ha gozado de una buena floración y
entra en invierno con abejas jóvenes puede aguantar, pero ahora en las
floraciones de otoño no llueve lo que tendría que llover, o llueve mal,
con grandes diluvios en septiembre, y eso no sirve", sostiene
Gómez Pajuelo.
Según la NASA, el último gran despunte del calentamiento global
se produjo entre 2004 y 2005, con temperaturas históricas, etapa que
coincide con los máximos registros de muertes de abejas en el mundo. Al
no existir una floración adecuada, las colmenas entran en el invierno
con abejas demasiado viejas, incapaces de superar la estación fría.
"Cuando llega el frío se hacen una pelota y permanecen quietas. Se
dejan preparadas en otoño, pero cuando el apicultor va a ver la
colmena pasado el invierno, se encuentra que no hay nada. No han
desaparecido por ciencia infusa. Obligadas a salir en invierno para
alimentarse, ante la ausencia de reservas, se mueren de viejas o de
frío. Las abejas no son elefantes y se pierden en el campo", apunta el
biólogo. La mortandad en una colmena por causas relacionadas con el
cambio climático puede ascender en los casos más críticos al 80 por
ciento.
Tercera causa: los neonicotinoides
Se
trata de una familia de insecticidas introducidos en el mercado en los
80. Reciben este nombre porque tienen un efecto similar al de la
nicotina, que actúa sobre el sistema nervioso. Existe una política
global para prohibir los neonicotinoides más peligrosos, pero su uso ha
sido tan masivo que se ha iniciado un efecto dominó de residuos que ha
afectado de forma dramática a las abejas.
"Afecta al sistema
nervioso de las abejas. Su control térmico disminuye, por ejemplo. No
las mata directamente, pero las desorienta y no saben regresar a su
colmena", señala Gómez Pajuelo.
Fueron dos
multinacionales, Bayer y Syngenta, quienes comenzaron a comercializar un
tipo de semilla blindada, impregnada con fertilizantes
y neonicotinoides. Su función era prevenir las plagas, pero ha terminado
por convertirse en una arma de destrucción masiva de las poblaciones de
polinizadores. Durante décadas se han vendido semillas de este tipo en
todo el mundo, sobre todo de maíz, soja y colza.
No
se trata de cultivos que polinicen directamente las abejas, pero se ha
demostrado que pueden contaminar la tierra e impreganarla durante años,
de tal forma que cuando se renueva el cultivo, como ocurrió en Francia
con los girasoles, llega a las nuevas generaciones de plantas. "Los
agricultores franceses se levantaron porque las poblaciones de abejas
que polinizaban el cultivo estaban desapareciendo. El ministerio de
agricultura creó un comité de sabios y en 1999 se prohibió un tipo de un
neonicotinoide, el Gaucho".
En Europa, desde el 1 de diciembre de 2013, y durante un período de de dos años, la autoridad europea de seguridad alimentaria (EFSA)
ha prohibido la venta de este tipo de semillas blindadas. "En Estados
Unidos de momento no se ha seguido. Aquí la restricción ha dañado a las
multinacionales y están trasladando sus oficinas a América. Creo que dos
años no son suficientes para recuperar la tierra".
"Si la abeja
desapareciera de la superficie del globo, al hombre sólo le quedarían
cuatro años de vida: sin abejas, no hay polinización, ni hierba, ni
animales, ni hombres", dijo Alber Einstein. Además de un grave daño al
sector de la agricultura a nivel global, la desaparición masiva de
abejas puede causar a medio plazo la disminución y el encarecimiento de
los alimentos en el mundo.
Informa: Julio Rivas
Font: elconfidencial.com
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