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De acuerdo con los especialistas de la Universidad de Newcastle, la combinación de la toxina natural del veneno de una araña australiana y de la lectina Galanthus nivales aglutinina (GNA), genera una proteína biopesticida (Hv1a/GNA).
Para que las plantas se reproduzcan y
puedan generar cualquier tipo de semilla y de fruta, es necesario el
proceso de intercambio de polen entre las flores. La naturaleza utiliza
como el transporte más viable de la polinización a insectos como las
abejas, moscas, mariposas, aves y hasta murciélagos.
Ese es el modo más adecuado para que el ecosistema pueda desarrollarse; sólo así se forma la tierra, los bosques producen oxígeno, se previene la erosión del suelo, se regula el flujo del agua, la cadena alimenticia sigue su curso…
Por consiguiente, cualquier factor de
riesgo que pueda alterar al proceso, puede ser fatal. Por lo que es
importante tomar en consideración este tipo de problemáticas cuando se
presentan, como es el caso de las abejas.
En artículos pasados hemos
hablado acerca de la posible extinción de las abejas, a no ser que
realicemos actividades que puedan prevenirlo. Esta situación ha sido
consecuencia de la escasez de áreas verdes donde los insectos puedan
polinizar, así como la invasión de pesticidas e insecticidas en las
únicas áreas verdes disponibles. Como resultado: los polinizadores
principales no pueden sobrevivir, desapareciendo a colonias enteras de
abejas.
Por el otro lado han existido proyectos cuyos objetivos es prevenir la extinción de las abejas. Por ejemplo, la EPILOBEE es un programa de supervisión epidemiológica de la Comisión Europea en 17 países, donde se pretende recolectar información y métodos útiles para ayudar a estos animales; otros proyecto propone plantar franjas florales con el fin de permitir el crecimiento de la vegetación natural. Estas prácticas desean no sólo aumentar la población de los polinizadores, sino también de los depredadores naturales al disminuir el uso de químicos tóxicos.
Una investigación reciente sugiere que
el veneno de las arañas puede salvar a las abejas de su posible
extinción. De acuerdo con los especialistas de la Universidad de
Newcastle, la combinación de la toxina natural del veneno de una araña
australiana y de la lectina Galanthus nivales aglutinina (GNA), genera
una proteína biopesticida (Hv1a/GNA).
A lo largo de las observaciones, se
encontró que este pesticida nuevo permite a las abejas polinizar sin
riesgo alguno, aún cuando reciben altas dosis del veneno. De hecho,
gracias a esta sustancia, las abejas pueden realizar ciertas conductas
que implican aprender y recordar las figuras florales relacionadas con
la comida.
El equipo descubrió que al alimentar a
las abejas con Hv1a/GNA con dosis altas, en un periodo de siete días,
los efectos secundarios apenas afectaban en la supervivencia de las
abejas. Además, las pruebas comprobaron que tampoco hubo un impacto en
su conducta ni en su memoria.
La Doctora Geraldine Wright,
directora de la investigación, explica que: “Estudios previos han
demostrado que no hay efectos nocivos en animales grandes, lo que
significa que tiene un potencial real como pesticida. Además, nos ofrece
una alternativa alimentaria que es segura para el mercado.”
Fuente: ecoosfera
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