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Con la ayuda de diversos insectos, el ecosistema puede desarrollarse: se forma la tierra, los bosques producen oxígeno, se previene la erosión del suelo y se regula el flujo del agua
Sí, parece inverosímil
que algunos insectos puedan formar parte del proceso fundamental de la
vida; sin embargo, como todo, su existencia permite que la naturaleza
fluya apropiadamente. Por consiguiente, al tratar de desaparecer a
cualquier ser vivo (gusanos, cochinillas, ciempiés), estamos alterando
la cadena alimenticia, y así surgen ciertas complicaciones en la nueva
adaptación. ¿Cómo sucede este fenómeno?
A través del proceso de la polinización
(el intercambio de polen entre las flores) las plantas se reproduzcan,
generando cualquier tipo de semilla y de fruta, y alimentando a otros
animales de la cadena alimenticia. Para esta reproducción vegetal, cada
especie tiene sus exigencias para multiplicarse: muchas de ellas
dependen únicamente de insectos (como las abejas, moscas, mariposas,
aves y hasta murciélagos) y así transportar su polen. De hecho, en un
día, una abeja puede pasar por miles de flores, recogiendo y esparciendo
el polen por cada una.
De este modo, con la ayuda de diversos
insectos, el ecosistema puede desarrollarse: se forma la tierra, los
bosques producen oxígeno, se previene la erosión del suelo y se regula
el flujo del agua; la cadena alimenticia sigue su curso cuando los
pájaros se comen a los insectos, plagas, moscas y escarabajos para
romper con el estiércol animal, y así se continúa.
Además, aunque no parezca, la
polinización también ejerce un gran impacto económico en la mayoría de
los países; por ejemplo, se estima que este proceso equivale a 14.6
miles de millones de dólares en la economía de EE.UU.
Sin embargo, la agricultura moderna, al
intentar erradicar a los mismos insectos que dan vida, ha provocado la
alteración del estilo de vida de los demás animales. Estudios recientes
de la Universidad de Reading informaron que la diversidad de las abejas
ha disminuido al grado de provocar la extinción de siete especies:
“Cuatro especies de abejorros se han extinto de toda Europa, y la
tendencia evidencia situaciones similares en Norte América y China. Las
especies de abejorros en Norte América han disminuido a un 96% en el
pasado siglo; en China, debido a la pérdida de las abejas, los granjeros
han tenido que empezar a polinizar con pinceles”.
Esta situación ha sido la consecuencia
de dos factores: primero, la ausencia de áreas verdes donde los insectos
puedan realizar la polinización; segundo, las únicas áreas disponibles
están infestadas de insecticidas, por consiguiente, tanto el proceso
como los mensajeros sufren el impacto químico. Por consiguiente, los
polinizadores esenciales no pueden sobrevivir.
¿Cuáles son las posibles soluciones?
Ante esta situación, estudios europeos y
estadounidenses han propuesto plantar franjas de flores silvestres, y
así permitir el crecimiento de la vegetación natural. Se espera que esta
práctica pueda no sólo aumentar la población de polinizadores, sino
también de depredadores naturales (lo que disminuiría el uso de
pesticidas):
Es parte de un experimento para observar
si las flores silvestres pueden alentar la polinización de insectos y,
de cierta manera, empezar a revocar la disminución de los insectos.
También es un esfuerzo pionero para persuadir a los granjeros que críen
insectos, casi como si fueran parte de su cultivo.
El reto es convencer a la mayoría de los
granjeros quienes no conciben las palabras “benéfico” e “insectos” en
una misma frase; ya que, es el proceso del criadero de insectos puede
ser una coyuntura decisiva en el movimiento de conservación en la
agricultura moderna.
Razón por la cual, el Servicio de la
Conservación de Recursos Naturales (USDA, por sus siglas en inglés) del
departamento de agricultura de EE.UU., y otros grupos de conservación,
proponen técnicas para este tipo de agricultura. Incluso, han sacado
programas con beneficios monetarios. Para más información, pueden
visitar: United Nations International Pollinator Initiative.
Por el otro lado, las Universidades de
California y de Berkeley ofrecen otras alternativas al cultivo de flores
silvestres. Por ejemplo, algunos granjeros han experimentado con
técnicas más sencillas a través de tubos de bambú o tableros con
agujeros, como hábitat para los polinizadores. Incluso se propone el
policultivo, aunque requiere demandas más rigurosas en la agricultura
moderna. David Kleijn, de la Universidad de Waginengen, explica:
Lo que necesitamos ahora son estudios
como los de Rufus Isaac, del estado de Michigan, con granjeros de
arándanos: muestra que los granjeros pueden tomar los esquemas de la
biodiversidad, de los cuales se benefician, sin que el público en
general tenga que pagar por ello. El hecho de pagarle a un granjero para
producir polinizadores realmente no lo compromete en el procedimiento
de la conservación. Pero si él puede demostrarle a sus vecinos que está
mejorando el hábitat para los polinizadores en su propia área, que
estaba incrementando la capacidad de su terreno en un 5%, eso puede ser
un alardeo para atraer a los demás. Necesitamos utilizar más esos
aspectos psicológicos para trabajar con la biodiversidad.
Se trata de algo más complejo que sólo
salvar especies en extinción, se trata de salvar las interacciones y
relaciones ecológicas. Por ello es imprescindible que la gente conozca
lo que implica el criadero de insectos. Si las abejas y otros insectos
han polinizado durante milenios, pueden continuar haciéndolo; el
objetivo es lograr que nosotros, los humanos quienes se benefician de su
trabajo, les reconozcamos su labor y ofrezcamos ayuda en el proceso.
Fuente: ecoosfera
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