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Para la labor productiva del campo se requiere no solo la disponibilidad en la mano de obra, jornadas de trabajo
que se ven reflejadas en meses y quizás en periodos más largos como
años, y la materia prima nuestras semillas, de las cuales obtendremos el
fruto que valoriza el esfuerzo; sin embargo, nuestras cosechas
requieren de la intervención de un grupo de animales, aquellos insectos
de los cuales podemos resaltar su gran capacidad en el desempeño de
diferentes roles, estos dentro una sociedad organizada jerárquicamente,
en busca siempre del beneficio de su colonia, las abejas.
Estas nos ofrecen grandes beneficios
tangibles, entre los cuales se puede resaltar los productos apícolas
como la miel, polen y la cera, intangibles como la conservación de
especies vegetales, sin embargo, nos dedicaremos a la labor quizás más
importante de estos insectos que es la polinización, la cual hace parte
del servicio ecosistémico de soporte, aquellos necesarios para la
formación de otros servicios y donde la polinización juega un papel
intermediario en la formación del alimento.
Quizá
la etapa más significativa de los cultivos es la floración, algunas
especies cultivadas poseen flores en las cuales su antesis o el tiempo
en que esta dura abierta es de horas, uno o varios días, sin embargo,
las flores son visitadas por las abejas en el momento justo para
trasladar el polen desde sus estambres al estigma de la flor, acción que conduce a la fecundación de esta, es decir a la formación del fruto.
Estudios
realizados demuestran que los frutos producto de la polinización por
abejas resultan ser más atractivos comercialmente como es el caso del
tomate, estos aumentan en diámetro polar y ecuatorial además de poseer
un mayor número de semillas en su interior, lo cual es un indicador de
talla.
Las abejas en sus recorridos
por los campos cultivados se sienten atraídas por colores como el
amarillo y el blanco, también se dejan llevar por los aromas que produce
el néctar de sus flores, características específicas que permiten tener
intimas relaciones entre las abejas y las flores, obteniendo un
beneficio reciproco, las abejas adquieren de las flores el alimento como
néctar, polen y tejidos florales, las flores por el contrario, obtienen
la polinización que conlleva a la formación del fruto, proceso que
garantiza la reproducción vegetal, finalmente de esta relación
planta-animal somos nosotros quien disfrutamos del producto final, el
cual hace parte de nuestra dieta diaria.
Sin
abejas la polinización de las flores está sujeta solo a la
autopolinización, mecanismo que no presentan todas las especies
vegetales, el declive de las poblaciones de abejas es una problemática
actual y es directamente proporcional a la producción en nuestros
cultivos, algunos de estos fuertemente afectados al igual que la
economía local, de ahí la importancia en la formulación de proyectos que
permitan la conservación de las abejas, pues actividades como la
fragmentación del paisaje, el uso indiscriminado de agroquímicos entre
otras está afectando las poblaciones de quienes son aliados en la
seguridad alimentaria y su extinción podrá causar un desastre ecológico.
En
sus años, Albert Einstein lo dijo "Si la abeja desapareciera de la
superficie del globo, al hombre solo le quedarían cuatro años de vida:
sin abejas, no hay polinización, ni hierba, ni animales, ni hombres",
esta es una razón y una invitación a conservarlas.
Autora: Sandra Milena Arias Restrepo - diario del Otún
Instituto de Investigaciones Ambientales
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