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El 85% de las colmenas de melíferas en España están afectadas por patógenos altamente destructores
La Comisión Europea aprobó el mes pasado la prohibición, que entrará en vigor el 1 de diciembre, de tres plaguicidas (clotianidina, imidacloprid y tiametoxam) pertenecientes a la familia de los nicotinoides, debido a su demostrada toxicidad para las abejas, ya que se emplean en plantas o cereales atractivos para este insecto.
La normativa marca, para Tonio Borg, el comisario europeo de
Salud, «un nuevo hito en la lucha por garantizar a las abejas melíferas
un futuro saludable ya que desempeñan dos papeles importantes, como
productoras de miel pero sobre todo como polinizadoras». Las abejas son
responsables de cerca del 80% de la polinización.
España, el país europeo con más colmenas (alrededor de dos
millones y medio), más apicultores profesionales y, por tanto, principal
productor de miel y polen del continente, fue uno de los países que
impulsó esta prohibición, aplaudida también por la Asociación Española
de Apicultores y por cerca de un centenar de organizaciones
conservacionistas como Greenpeace, SEO, WWF o Ecologistas en Acción.
Sin embargo, ¿solucionará el problema? Para reconocidos expertos
como Mariano Higes, asesor de investigación en el Centro Apícola de
Marchamalo (Guadalajara), la medida es una buena noticia, aunque a
diferencia de Borg, a Higes le parece «entusiasta o precipitado pensar
que esta medida va a solucionar los problemas de la apicultura. Para mí,
se debería haber meditado un poquito más y haber consultado más a los
científicos».
En nuestro país, como casi en el resto del mundo, la abeja de la
miel ('Apis melífera') se encuentra prácticamente extinta en libertad.
La principal causa es el llamado «síndrome del despoblamiento»,
producido, principalmente, por los patógenos de origen asiático 'Nosema
ceranae' y 'Varroa destructor'. Éstos parasitan las colmenas afectando
intestinalmente a las abejas, confundiéndolas, debilitándolas o
matándolas. A partir de aquí, menos abejas se ven obligadas a hacer el
mismo trabajo -por ejemplo, batir las alas dentro de la colmena para
mantener la temperatura-, lo que conduce al agotamiento de la comunidad
y, en última instancia, al despoblamiento de la colmena.
Cada dos años, mayor virulencia
«Entre los años 2004 y 2005 se empezaron a dar en España
los primeros brotes. Hasta ahora, la realidad es que la enfermedad se
sigue produciendo y sigue un patrón por el que, aproximadamente, cada
dos años aumenta su virulencia», dice Higes. Los últimos datos
analizados en Marchamalo señalan que el 85% de las colmenas en España
están afectadas por estos patógenos.
El norte de la península, que hasta hace unos años estaba libre
de Nosema y Varroa (en 2007 el número de colmenas contaminadas era del
45%) ha claudicado.
Tratamiento preventivo
Como indica el Real Decreto 608/2006, es necesario
aplicar medicamentos veterinarios a las colmenas al menos una vez al año
para controlar este parásito. «En los estudios que nosotros manejamos
-dice Higes- uno de los problemas en el control de la Varroa es que no
todas las colmenas en España están recibiendo el tratamiento veterinario
que dice la ley, probablemente por desconocimiento» por parte del
apicultor.
La relación entre las abejas y el calentamiento global está
siendo también objeto de estudio, en particular por las cada vez más
extremas diferencias de temperatura entre invierno y verano. «Hemos
pasado años muy secos y calurosos y otros fríos y húmedos, aunque no sé
hasta qué punto puede jugar un papel el cambio climático», comenta
Higes. «Lo que sí es cierto es que todo esto ayuda al desarrollo de la
'Nosema ceranae', muy adaptada a situaciones climatológicas extremas, a
la humedad y a la sequía. Entonces, especialmente en el sur de Europa,
la Nosema está encontrando unas condiciones muy positivas para su
desarrollo y para ejercer toda su acción patógena».
Futuro sin nicotinoides
Para este experto, el asunto de los nicotinoides debe
ser tomado con mucha cautela. «Está clarísimo que matan insectos. Para
eso están diseñados. La literatura científica demuestra en laboratorio
que estos nicotinoides, los tres que se han prohibido y los otros seis
que existen, tienen capacidad de matar abejas. Lo que no está tan claro
es el efecto en condiciones de campo», advierte Higes, «porque las
abejas visitan otras plantas, consumen polen en cantidades importantes
durante un breve periodo, luego hay que matizar el riesgo real de que
toda una colonia de individuos, o cada abeja con sus funciones, contacte
con un insecticida».
De acuerdo con los datos recabados por el investigador y su
equipo, «en España los patógenos son un problema mucho mayor que los
pesticidas. Sin embargo, en la normativa de la Comisión Europea, los
patógenos solo aparecen mencionados en una línea al final del texto».
«Deberíamos aprender más de los efectos de la problemática
desaparición de un insecto en la biodiversidad», apunta desde Asturias
Roberto Hartasánchez, director del Fondo para la Protección de los
Animales Salvajes. «En este sentido, las abejas son mucho más
importantes que un oso pardo o un lince».
Font: nuestra tierra
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