Llega ya el frío invierno, y nuestros ritmos biológicos se adecúan a menos
horas de luz solar, menos vida al aire libre, soportar tamperaturas más frías,
un ritmo de vida menos relajado, una alimentación más consistente, unos
horarios más estrictos que en verano, y algunos virus que nos trae el frío.
El campo, siempre nos da respuestas para todo. Por ello, voy a ir
desgranando cómo adaptarnos a estos rigores invernales.
Respecto a que disponemos de menos luz solar, he de recordar que el mejor
antidepresico que existe es tomar el sol. Por eso, cada uno de los tibios rayos
solares del invierno, son un auténtico regalo a aprovechar. El tomar polen nos
aporta muchas vitaminas, minerales, fibra, y proteínas de fácil y cómoda
asimilación. Debemos tenerlo en cuenta, pues las frutas son muy olvidadas en
invierno. Y disponemos de maravillosos cítricos, que son una bomba de vitamina
C para nuestro beneficio.