09 d’octubre 2013

EL INICIO DE UNA LARGA CONVIVENCIA: LA APICULTURA

 
Las raíces de la apicultura podríamos buscarlas dentro de las primeras culturas urbanas y agrícolas aparecidas en los alrededores del Mediterráneo, un terreno bien abonado para el nacimiento de nuevas tecnologías. No se conservan vestigios que demuestren este hecho, pero es muy posible que al mismo tiempo que se incorporaban las artes agrícolas y que se introducía la domesticación de ciertos animales, comenzara también a practicarse un tipo de apicultura ancestral. El arte de mantener las abejas dentro de habitáculos construidos por el ser humano, las colmenas, para poder recoger periódicamente sus productos, parece que se fue forjando desde aquellos tiempos, unos 8.000 años antes de Cristo. Ya se hacían objetos de cerámica y cestería, y seguramente de estos materiales (arcilla, mimbre y caña) se hicieron las primeras colmenas.
 
Los primeros apicultores harían poco más que cazar los enjambres que colgaban de las matas o de las ramas de los árboles y ponerlos dentro de las colmenas, o bien que entraran ellos mismos en los vasos vacíos dejados estratégicamente cerca de las colonias salvajes. En cualquier caso, habían dado un paso muy importante. Las abejas construían ahí dentro sus panales a su libre albedrío y sólo hacía falta abrir las colmenas y, con la ayuda del humo y las herramientas apropiadas, cortarlos para poder disfrutar de la cosecha de miel.
 
El interés de los humanos para conseguir los productos de las abejas debía ser muy fuerte. De un lado la miel ya debía estar muy enraizada en las costumbres culinarias y medicinales, además de ser un alimento sin problemas de caducidad; otros productos de la colmena, como la cera y el propóleo, también se debían de haber ganado su lugar relevante como componentes de muchos preparados curativos y en el seno de las actividades ceremoniales y de culto. Las trazas más antiguas de estos hechos las encontramos en la civilización egipcia, donde la abeja de miel formaba parte del amplio conjunto de divinidades, y la miel y la cera se empleaban mucho en cocina y medicina.

Posteriormente, la apicultura se volvió una práctica habitual en todas las culturas del arco mediterráneo. Los griegos y los cretenses seguían haciendo colmenas de cerámica, en el Oriente Próximo y norte de África parece que predominaron los vasos trenzados con fibras vegetales, mientras que los romanos usaron diversos materiales, incluyendo la madera.
 
Informa: Higini Trilles
 
Autor: Fernando Calatayud Tortosa. Institut Valencià d’Investigacions Agràries (IVIA).